Descripción

Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.

domingo, 28 de octubre de 2012

El concierto





Por la mañana tomé un baño y salí del hotel. Fui a Yebisu Garden Place, en ese lugar hay varios museos, antes de ir al estadio Tokyo Dome donde sería el concierto The Gazette. Visité el Museo Nacional de Fotografía y el Museo Yebisu.
Por la tarde me dirigí al estadio. En el camino me detuve a comer un tazón de ramen en un pequeño local. Luego compré un pan al vapor y una botella de agua en una tienda de autoservicio. Después seguí con mi camino.
Al llegar al estadio estaba muy emocionada, ya que por fin vería en vivo a mi grupo favorito. Me tocó estar enfrente del escenario. Me encontraba muy cerca del escenario, casi podía sentir que me caía el sudor, de  los integrantes de la banda, en el rostro. Para mi sorpresa The Gazette tocó mis tres canciones favoritas: “Taion”, “Guren” y “The Invisible Wall”. En vivo el vocalista canta hermoso. Me encanta su voz. Por poco muero de la emoción cuando Ruki, el vocalista, se acercó a la orilla del escenario y tocó mi rostro, mis piernas temblaron de la emoción. Durante todo el concierto sentí que alguien me estaba observaba, en ese momento pensé que solo era mi imaginación y seguí disfrutando del concierto sin que otra cosa me importara. Estaba tan feliz que a lo largo del concierto me la pasé cantando y gritando. El tiempo paso tan rápido, que cuando me di cuenta el concierto estaba por terminar. Mientras tocaban la última canción de nuevo sentí que me observaban. Mire alrededor para cerciorarme, y en verdad alguien me veía. La persona que lo hacía era un joven japonés que se encontraba a unos cuantos pasos de mí, su rostro me pareció familiar. Primero no lo reconocí pero al verlo cuidadosamente me di cuenta de que era aquel ikemen al que le había prestado mi pluma en la embajada japonesa. Al terminar el concierto él se acercó a mí y me preguntó si lo recordaba, yo le respondí que sí. No podía creer que él aún se acordara de mí.
Él me entregó el celular que había perdido días atrás. Le dije: “Arigato gozaimasu[1], pero ¿por qué tienes mi celular?”. Me explicó que lo levantó cuando se me cayó en el aeropuerto de México, y que siempre lo traía con él para devolvérmelo si nos volvíamos a encontrar.  “Nunca pensé que la vería en Japón”, dijo muy sorprendido.


[1] Muchas gracias en japonés.

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