Por la mañana tomé un baño y salí
del hotel. Fui a Yebisu Garden Place, en ese lugar hay varios museos, antes de
ir al estadio Tokyo Dome donde sería el concierto The Gazette. Visité el Museo
Nacional de Fotografía y el Museo Yebisu.
Por la tarde me dirigí al estadio.
En el camino me detuve a comer un tazón de ramen en un pequeño local. Luego
compré un pan al vapor y una botella de agua en una tienda de autoservicio.
Después seguí con mi camino.
Al llegar al estadio estaba muy
emocionada, ya que por fin vería en vivo a mi grupo favorito. Me tocó estar
enfrente del escenario. Me encontraba muy cerca del escenario, casi podía
sentir que me caía el sudor, de los
integrantes de la banda, en el rostro. Para mi sorpresa The Gazette tocó mis
tres canciones favoritas: “Taion”, “Guren” y “The Invisible Wall”. En vivo el
vocalista canta hermoso. Me encanta su voz. Por poco muero de la emoción cuando
Ruki, el vocalista, se acercó a la orilla del escenario y tocó mi rostro, mis
piernas temblaron de la emoción. Durante todo el concierto sentí que alguien me
estaba observaba, en ese momento pensé que solo era mi imaginación y seguí
disfrutando del concierto sin que otra cosa me importara. Estaba tan feliz que
a lo largo del concierto me la pasé cantando y gritando. El tiempo paso tan
rápido, que cuando me di cuenta el concierto estaba por terminar. Mientras
tocaban la última canción de nuevo sentí que me observaban. Mire alrededor para
cerciorarme, y en verdad alguien me veía. La persona que lo hacía era un joven
japonés que se encontraba a unos cuantos pasos de mí, su rostro me pareció familiar.
Primero no lo reconocí pero al verlo cuidadosamente me di cuenta de que era
aquel ikemen al que le había prestado mi pluma en la embajada japonesa. Al
terminar el concierto él se acercó a mí y me preguntó si lo recordaba, yo le
respondí que sí. No podía creer que él aún se acordara de mí.
Él me entregó el celular que había
perdido días atrás. Le dije: “Arigato gozaimasu[1],
pero ¿por qué tienes mi celular?”. Me explicó que lo levantó cuando se me cayó
en el aeropuerto de México, y que siempre lo traía con él para devolvérmelo si
nos volvíamos a encontrar. “Nunca pensé
que la vería en Japón”, dijo muy sorprendido.